Chipa Paraguaya es furor en la costa atlántica argentina
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Diego Molina vive en Ostende desde hace cinco años
Diego Molina habla de chipa y no de “chipá”. Paraguayo de nacimiento y
desde hace cinco años pinamaren...
La Historia del Paraguay en 20 capítulos - Hoy capítulo 11
La Historia del Paraguay en 20 capítulos - Hoy capítulo 10
La revolución de agosto de 1904 nació como un movimiento popular pero el control liberal se pudrió en feudos seccionaleros, golpes militares y la guerra civil. La inestabilidad política era tan extrema en la era liberal a tal punto que hubo veintiún gobiernos en un periodo de treinta y seis años. Desde 1904 hasta 1922, el Paraguay tuvo quince presidentes, todos del mismo partido: el Liberal.
Los liberales para desquiciar al ejército del control partidario fundaron la Escuela Militar e instituyeron la Ley de Organización Administrativa para emprolijar la administración nacional. El adalid de tales reformas fue el futuro presidente Gondra.
Pese a una cierta mejoría económica, el país no sabía aún como convivir en democracia lo cual era inevitable que se desataran pasiones políticas a raíz de no poder adecuar los ideales proclamados a la realidad heredada. Los desequilibrios propios de toda época revolucionaria favorecieron la hipertrofia de las dos mayores reivindicaciones del partido liberal: el individualismo como motor de la sociedad política en vez del gregarismo tradicional y la autocrítica como factor del proceso democrático en vez del caudillismo. La exageración de esos dos factores llevó a la anarquía. A fines de 1905 declaran cesante al presidente Gaona y llevan al gobierno al general Benigno Ferreira en 1906.
Con todo, la situación andaba bien para el lado de los números: el comercio, las industrias y la producción iban con viento en popa. Se exportaba más a Europa y se llegó a un acuerdo para empalmar el ferrocarril nacional con el argentino para tener acceso a Buenos Aires lo cual se concretó pocos años después. Todo ese progreso no evitó la caída de Ferreira en 1908 en manos del nuevo hombre fuerte, el coronel Albino Jara.
Los colorados extrañando el poder, hicieron un pacto con Ferreira en Buenos Aires, Argentina. Mas fue reprimida una revuelta colorada en Laureles en 1909 haciendo a Jara aún más fuerte en su posición política. Gondra fue presidente en 1910 pero propalaba un dialogo con la oposición lo cual no gustó al coronel intransigente quien se ocupó de derrocarlo al año siguiente para elegirse a sí mismo como presidente ante un congreso temeroso.
1911, el año del Centenario de la Independencia patria, sorprendió a los paraguayos en plena anarquía. Hubo apenas margen para un sentido homenaje: "Canto Secular" pieza clásica de las letras paraguayas compuesta por Eloy Fariña Núñez.
Tan despótico que se manejó Jara desde el poder hizo que sus propios partidarios lo pusieran fuera de la puerta mayor del palacio de López. Lo sucedieron tres presidentes efímeros dándonos a entender lo turbulenta que fue esa época que se acabó con la muerte de Albino Jara tras el combate de Paraguari el 11 de mayo de 1912 abriendo así una puerta del para uno de los presidentes paraguayos más reputados: Eduardo Schaerer.
Con Schaerer quien se convertiría en el primer presidente en completar su mandato desde Egusquiza, se estableció un gobierno enérgico y la paz pública haciendo que las escuadrillas argentina y brasileña se marchen de las aguas nacionales. La Primera Guerra Mundial ocasionó mayores exportaciones paraguayas aumentando así el rendimiento ganadero con la creación de los primeros frigoríficos.
Lo sucedió en la presidencia Manuel Franco quien siguió el patrón austero en el orden financiero. Sobresalió al promulgar una ley electoral permitiendo el voto secreto y el registro permanente haciendo que los colorados puedan volver al congreso nacional sin necesidad de pactos. Muerto repentinamente en 1919, su vice, José P. Montero, debió afrontar la crisis desatada desde la Europa de posguerra que hizo cerrar frigoríficos y varias instituciones bancarias.
La calma política se quebró cuando los liberales radicales se escindieron en facciones partidarias de Schaerer y de Gondra cuando éste último se sentó en el sillón de Don Carlos López. El desencuentro empezó con la negativa de la juventud del partido liberal a acatar la jefatura de Schaerer plegándose a Gondra. Schaerer acusó a Guggiani, ministro de interior de incidentar a la juventud en su contra y exigió su renuncia. Gondra renunció a la presidencia el 29 de octubre de 1921 pese a que el congreso la había rechazado. Insistió el renunciante esta vez explicando que el ejército no demostraba mucha lealtad hacia su investidura presidencial.
Ambas facciones se pusieron en acuerdo en delegar el poder a Eusebio Ayala mas no tardaron en estallar los primeros combates. En mayo de 1922, Adolfo Chirife, pintoresco coronel con marcada influencia prusiana favorable a Eduardo Schaerer se alzó en armas con el apoyo del partido colorado empezando una guerra civil larga que no acabó hasta la muerte del caudillo militar por una neumonía en plena campaña a mediados de 1923.
Gondra sonrió ante la oportuna muerte de Chirife y aún más sonrió cuando Eligio Ayala asumió el poder. El auge de la industria algodonera y la reapertura de los frigoríficos ayudaron muchísimo a cicatrizar las heridas de la guerra civil y a la vez hizo subir el prestigio del mando de Eligio Ayala quien inició políticas de austeridad administrativa y de estabilidad financiera. Hubo por primera vez un superávit presupuestal y ese excedente se volcó en la compra de armamento y enviando a jefes militares (incluyendo a Arturo Bray y Estigarribia) a Europa para perfeccionamiento de sus conocimientos militares previniendo sagazmente el futuro ya que en esos tiempos, Bolivia realizó penetraciones sistemáticas sobre el Chaco paraguayo aprovechando la guerra civil del 1922-23.
Eligio Ayala dio gran libertad política: los "schaeristas" y los "gondristas" se juntaron nominalmente para usar el viejo nombre del partido liberal haciendo que el presidente pueda gobernar sus cuatro años sin estado de sitio. Además invitó a los colorados a renunciar a su exilio abstencionista mediante una ley electoral. El antiguo partido del general B. Caballero retornó finalmente por decisión propia en las elecciones parlamentarias de 1927 y las presidenciales de 1928. En estas últimas salió vencedor José P. Guggiani conocido propulsador de la pacificación y democratización del Paraguay.
Los años de la presidencia de Guggiani fueron de estabilidad política y económica: respeto de la ley, libertad de trabajo, celosa administración de la hacienda pública, moneda estable, convivencia armónica entre el capital y el trabajo, paz política emergente del acuerdo institucional de los dos partidos tradicionales, libertad de prensa, comicios irreprochables, oposición parlamentaria seria y tribunales independientes.
La crisis mundial de 1929 salpicó el país pero sin afectarlo mucho. Pero lo que si lo afectó fue la oleada de las revoluciones en casi todos los países latinoamericanos; la política local sintió la influencia de la "moda" totalitaria tendiente hacia la derecha.
Las políticas liberales de "laissez-faire" permitieron a un puñado de hacendados ejercer un mando casi feudal en el campo, mientras los campesinos no poseían tierra alguna en propiedad y los intereses extranjeros manipularon las fortunas económicas de Paraguay. Los liberales como los colorados eran una profundamente fraccionalizada oligarquía política. Las condiciones sociales, siempre marginales en el Paraguay, se agravaron feamente durante la Gran Depresión de los años treinta. El país visiblemente necesitaba urgentes reformas sobre condiciones laborales, servicios públicos y educación. Así se fijó el escenario para una reacción nacionalista anti-liberal que cambiaría bruscamente la dirección de la historia paraguaya.
Los liberales para desquiciar al ejército del control partidario fundaron la Escuela Militar e instituyeron la Ley de Organización Administrativa para emprolijar la administración nacional. El adalid de tales reformas fue el futuro presidente Gondra.
Pese a una cierta mejoría económica, el país no sabía aún como convivir en democracia lo cual era inevitable que se desataran pasiones políticas a raíz de no poder adecuar los ideales proclamados a la realidad heredada. Los desequilibrios propios de toda época revolucionaria favorecieron la hipertrofia de las dos mayores reivindicaciones del partido liberal: el individualismo como motor de la sociedad política en vez del gregarismo tradicional y la autocrítica como factor del proceso democrático en vez del caudillismo. La exageración de esos dos factores llevó a la anarquía. A fines de 1905 declaran cesante al presidente Gaona y llevan al gobierno al general Benigno Ferreira en 1906.
Los colorados extrañando el poder, hicieron un pacto con Ferreira en Buenos Aires, Argentina. Mas fue reprimida una revuelta colorada en Laureles en 1909 haciendo a Jara aún más fuerte en su posición política. Gondra fue presidente en 1910 pero propalaba un dialogo con la oposición lo cual no gustó al coronel intransigente quien se ocupó de derrocarlo al año siguiente para elegirse a sí mismo como presidente ante un congreso temeroso.
1911, el año del Centenario de la Independencia patria, sorprendió a los paraguayos en plena anarquía. Hubo apenas margen para un sentido homenaje: "Canto Secular" pieza clásica de las letras paraguayas compuesta por Eloy Fariña Núñez.
Tan despótico que se manejó Jara desde el poder hizo que sus propios partidarios lo pusieran fuera de la puerta mayor del palacio de López. Lo sucedieron tres presidentes efímeros dándonos a entender lo turbulenta que fue esa época que se acabó con la muerte de Albino Jara tras el combate de Paraguari el 11 de mayo de 1912 abriendo así una puerta del para uno de los presidentes paraguayos más reputados: Eduardo Schaerer.
Con Schaerer quien se convertiría en el primer presidente en completar su mandato desde Egusquiza, se estableció un gobierno enérgico y la paz pública haciendo que las escuadrillas argentina y brasileña se marchen de las aguas nacionales. La Primera Guerra Mundial ocasionó mayores exportaciones paraguayas aumentando así el rendimiento ganadero con la creación de los primeros frigoríficos.
Lo sucedió en la presidencia Manuel Franco quien siguió el patrón austero en el orden financiero. Sobresalió al promulgar una ley electoral permitiendo el voto secreto y el registro permanente haciendo que los colorados puedan volver al congreso nacional sin necesidad de pactos. Muerto repentinamente en 1919, su vice, José P. Montero, debió afrontar la crisis desatada desde la Europa de posguerra que hizo cerrar frigoríficos y varias instituciones bancarias.
La calma política se quebró cuando los liberales radicales se escindieron en facciones partidarias de Schaerer y de Gondra cuando éste último se sentó en el sillón de Don Carlos López. El desencuentro empezó con la negativa de la juventud del partido liberal a acatar la jefatura de Schaerer plegándose a Gondra. Schaerer acusó a Guggiani, ministro de interior de incidentar a la juventud en su contra y exigió su renuncia. Gondra renunció a la presidencia el 29 de octubre de 1921 pese a que el congreso la había rechazado. Insistió el renunciante esta vez explicando que el ejército no demostraba mucha lealtad hacia su investidura presidencial.
Ambas facciones se pusieron en acuerdo en delegar el poder a Eusebio Ayala mas no tardaron en estallar los primeros combates. En mayo de 1922, Adolfo Chirife, pintoresco coronel con marcada influencia prusiana favorable a Eduardo Schaerer se alzó en armas con el apoyo del partido colorado empezando una guerra civil larga que no acabó hasta la muerte del caudillo militar por una neumonía en plena campaña a mediados de 1923.
Eligio Ayala dio gran libertad política: los "schaeristas" y los "gondristas" se juntaron nominalmente para usar el viejo nombre del partido liberal haciendo que el presidente pueda gobernar sus cuatro años sin estado de sitio. Además invitó a los colorados a renunciar a su exilio abstencionista mediante una ley electoral. El antiguo partido del general B. Caballero retornó finalmente por decisión propia en las elecciones parlamentarias de 1927 y las presidenciales de 1928. En estas últimas salió vencedor José P. Guggiani conocido propulsador de la pacificación y democratización del Paraguay.
Los años de la presidencia de Guggiani fueron de estabilidad política y económica: respeto de la ley, libertad de trabajo, celosa administración de la hacienda pública, moneda estable, convivencia armónica entre el capital y el trabajo, paz política emergente del acuerdo institucional de los dos partidos tradicionales, libertad de prensa, comicios irreprochables, oposición parlamentaria seria y tribunales independientes.
La crisis mundial de 1929 salpicó el país pero sin afectarlo mucho. Pero lo que si lo afectó fue la oleada de las revoluciones en casi todos los países latinoamericanos; la política local sintió la influencia de la "moda" totalitaria tendiente hacia la derecha.
Las políticas liberales de "laissez-faire" permitieron a un puñado de hacendados ejercer un mando casi feudal en el campo, mientras los campesinos no poseían tierra alguna en propiedad y los intereses extranjeros manipularon las fortunas económicas de Paraguay. Los liberales como los colorados eran una profundamente fraccionalizada oligarquía política. Las condiciones sociales, siempre marginales en el Paraguay, se agravaron feamente durante la Gran Depresión de los años treinta. El país visiblemente necesitaba urgentes reformas sobre condiciones laborales, servicios públicos y educación. Así se fijó el escenario para una reacción nacionalista anti-liberal que cambiaría bruscamente la dirección de la historia paraguaya.
La Historia del Paraguay en 20 capítulos - Hoy capítulo 9
Era de esperar que en 1890 brote de pura madurez la fruta más esperada: la Universidad Nacional de Asunción.
Los Liberales y los Colorados
La larga y legendaria rivalidad política entre los liberales y los colorados apareció por primera vez en 1869 pero con los términos azules y colorados como eran conocidos en esa época.En la década que siguió a la guerra, los principales conflictos políticos paraguayos reflejaron la lucha liberal-colorada. Los legionarios batallaban contra los lopiztas (ex seguidores del mariscal López) por el poder mientras la Argentina y el Brasil intrigaban detrás de la cortina. Los legionarios veían en los lopiztas como unos reaccionarios que abjuraron convenientemente del régimen fenecido para poder participar en la nueva era del país. Los lopiztas acusaban a los legionarios de traición a la patria y de títeres de extranjeros. Esa situación desafió categorías políticas bien definidas, ya que muchas personas cambiaban constantemente de bando. En buen idioma moderno, se diría que se cambiaban de club deportivo con suma facilidad. El oportunismo personal, no la pureza ideológica, marcó a fuego esta era.
Los legionarios eran una abigarrada colección de refugiados y exiliados que databan desde los viejos tiempos del Supremo. Su oposición a la tiranía era sincera y profesaban preferencias políticas democráticas. Regresando a la patria pobre y xenófoba desde la cosmopolita y próspera Buenos Aires fue un shock muy grande para los legionarios. Creyendo que con más libertad se curarían los problemas del Paraguay, abolieron la esclavitud y fundaron un gobierno constitucional tan prontamente lograron hacerse del poder. Basaron el nuevo gobierno sobre las reglas liberales normales de la libre empresa, elecciones libres y el comercio libre.
Los legionarios, sin embargo, no tenían más experiencia en democracia como los otros paraguayos. La constitución de 1870 se evidenció no aplicable a la situación nacional. La política se degeneró en partidarismos y el faccionalismo e intrigas varias malamente prevalecieron. Los presidentes que se sucedían actuaban como dictadores, las elecciones nunca fueron libres y los legionarios perdieron el poder en menos de una década.
Las elecciones libres eran una sorprendente y no muy bienvenida innovación para los paraguayos comunes que siempre se habían aliado con un patrón que oficiaba de bienhechor en materia de seguridad y protección. Al mismo tiempo, la Argentina y el Brasil no estaban seguros de dejar al Paraguay con un sistema político verdaderamente libre. El jefe militar pro argentino Benigno Ferreira surgió como dictador de facto hasta su derrocamiento con apoyo brasileño en 1874. Ferreira volvió para llevar a cabo el golpe liberal de 1904. Luego Ferreira fue presidente de la República entre 1906 y 1908.
Albores Colorados
Cándido Bareiro, el ex agente comercial de López en Europa, regresó al Paraguay en 1869 y formó una gran facción lopizta. Reclutó al general Bernadino Caballero, un héroe de guerra con antigua intimidad con el finado mariscal López. Después del turbio asesinato del presidente Juan Bautista Gil en 1877, Caballero usó su poder como comandante del ejército para garantizar la elección de Bareiro como presidente en 1878. Pero como Bareiro murió en 1880, Caballero se largó a tomar el poder en un golpe. Ese veterano de guerra de larga barba dominó la política paraguaya de las siguientes dos décadas como presidente o a través de su poder militar. Su ascenso al poder fue notable ya que trajo cierta estabilidad política, fundó un partido gobernante, el colorado, para regular la elección de presidentes y la distribución de favores políticos y inició un lento proceso de reconstrucción económica.Pese a su inocultable idolatría hacia el Supremo, los colorados desmantelaron el original sistema de socialismo estatal de Gaspar Rodríguez de Francia. Los colorados, desesperados por dinero contante y sonante debido a pesadas deudas contraidas en Londres durante el periodo postguerra, puso en venta las inmensas tenencias del Estado que comprendían más de 95 por ciento de la tierra del Paraguay. El gobierno de Caballero vendió la mayor parte de esa tierra a los extranjeros en grandes tajadas. Mientras políticos colorados metieron mano en las ganancias y se transformaban en grandes hacendados, se obligó a campesinos, ya considerados como intrusos, que cultivaban la tierra por varias generaciones atrás a abandonarla y que emigraran en la mayor parte de los casos. Hacia el año 1900, setenta y nueve personas poseían la mitad de la tierra del país.La Historia del Paraguay en 20 capítulos - Hoy capítulo 8
Sin embargo los nacionalistas paraguayos simpatizantes de ese militar y los historiadores revisionistas extranjeros han retratado a Solano López como un patriota que, pese a sus defectos de conducta, se resistió hasta el último hálito los planes argentinos y brasileños en Paraguay dando así su propia vida en la última batalla. Para ellos el mariscal era una figura trágica atrapada en un tejido de duplicidad argentina y brasileña y que movilizó la nación para expulsar a sus enemigos y los rechazaba heroicamente durante cinco sangrientos años llenos de horror hasta que Paraguay fue totalmente invadido y postrado. Durante los años de Stroessner, los paraguayos consideraban a Solano López como el máximo héroe de la nación. Esa glorificación stronista de un mariscal vanidoso y derrotado fue considerada para mucha gente como una maniobra para tapar la memoria brillante y fresca de un mariscal decente y vencedor en la posterior Guerra del Chaco pero que comulgaba ideas liberales que era José Félix Estigarribia.
El fracaso principal de Solano López fue que no captó los cambios que se habían producido en la región desde los tiempos de Francia. Bajo el mandato de su padre, las prolongadas, sangrientas y confusas señas de nacimiento y crecimiento de los estados rioplatenses, las políticas belicosas del Brasil y las políticas neutrales de Francia funcionaron preservando la independencia paraguaya. Pero el caso se afeó cuando la Argentina y el Brasil afirmaron finalmente sus identidades y se mostraron más unidos en su interior. Por ejemplo, Argentina empezó a tratar sus asuntos exteriores como una nación y no como parte de la región como esperaban los paraguayos. El esfuerzo de Solano López de equiparar al Paraguay como un poder regional a la par de la Argentina y del Brasil solo acarrearía funestas consecuencias.
El estallido de la Matanza de América
Los periodistas ingleses publicaron el tratado secreto de la Triple Alianza. Eso provocó innumerables reacciones a favor del Paraguay. El afamado jurista argentino Alberdi de tendencia confederada desde Europa se convirtió en el campeón de la causa paraguaya y los países americanos con costa en el Pacífico clamaron por un cese inmediato de hostilidades y protestaron agriamente por los términos del tratado. El presidente de Bolivia, general Melgarejo, hasta ofreció un ejército de 12.000 hombres a favor del mariscal López. Desde el momento en que el territorio argentino quedó libre de invasores, la opinión de las provincias argentinas e importantes hombres públicos porteños juzgaron que no había más razón de guerra, pidieron un cese de fuego inmediato y abogaron por el Paraguay. Esa misma gente impidió que Argentina hiciera efectiva su parte del tratado secreto (que era repartir el Paraguay con el Brasil) después de la guerra aunque aceptó la anexación de territorios paraguayos a su país.
Los soldados paraguayos desplegaron una inusitada valentía suicida, sobre todo considerando que Solano López mandó a fusilar o torturar a varios de ellos hasta por nimias ofensas. Las unidades de la caballería operaron de a pie por falta de caballos. Batallones de infantería navales armados sólo con machetes atacaron acorazados brasileños. Los ataques suicidas produjeron verdaderos campos de cadáveres. Pero el cólera también se cobró su cuota. A través de 1867 Paraguay había perdido 60.000 hombres por acciones bélicas, enfermedades varias o capturas y otros 60.000 soldados fueron llamados bajo bandera. Solano López inclusive alistó esclavos y las unidades de infantería reclutaron hasta a niños. Se obligaron a las mujeres a que realizaran trabajo de apoyo detrás de la línea de fuego. La escasez de material era tan severa que las tropas paraguayas entraron semidesnudos al combate e incluso hasta coroneles fueron descalzos al campo de acción, según un observador. El carácter defensivo de la guerra, combinado con la tenacidad paraguaya y la ingenuidad y la dificultad que ocasionó la mutua cooperación que tenían los brasileños y argentinos, dio al conflicto un carácter de guerra friccionada. Al Paraguay le faltaron los recursos para poder continuar la guerra contra los gigantes de Sudamérica.
Los brasileños hicieron salvajadas. El 12 de agosto de 1869 ganaron la dramática batalla de Piribebuy y no conformes con eso, incendiaron el hospital repleto de heridos y degollaron al comandante del lugar el mayor Pedro Pablo Caballero. El 16 de agosto de 1869, López dispuso un ejército integrado enteramente por niños para enfrentar a las hordas brasileñas en el fatídico combate de Acosta Ñú… ninguno de los infantes sobrevivió. Hoy en la actualidad en esa fecha se celebra el Día del Niño en todo el territorio paraguayo con una sensibilidad especial.
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