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Las matemáticas en el ñandutí paraguayo


Si las matemáticas están en todos lados, el principal mérito de Luis Balbuena Castellano fue el de haber ido a buscarlas. Profesor de matemática ya retirado, defensor de la implementación de nuevas metodologías para la enseñanza en las escuelas, Balbuena encontró las matemáticas bien lejos de su tierra natal, las Islas Canarias. La casualidad lo llevó a Paraguay, donde se topó con el ñandutí, una fina y elegante artesanía de origen guaraní, símbolo y tesoro de la cultura del país sudamericano.


Originario de la ciudad de Itauguá, el ñandutí es un encaje de agujas que se teje en círculos, preferentemente. En Paraguay es tarea y orgullo de las artesanas indígenas y mestizas, que han desarrollado el encaje hasta dotarlo de diversas formas y modelos. Los hay de todos los tamaños y colores. Y precios. Si usted camina por Asunción, no tardará en cruzarse con alguna vendedora de ñandutíes que le ofrecerá, insistente, varios ejemplares distintos, a ver si alguno le gusta. Pero donde otros ven sólo belleza y ornamentación, Balbuena vio también el producto de una compleja elaboración geométrica. Vio las matemáticas del ñandutí. Después supo, al adentrarse en su estudio, que esta artesanía tenía conexiones con las rosetas de la Isla de Tenerife. Balbuena dice que todo esto no pudo haber sido casualidad. Habrá que creerle: después de todo, el hombre es matemático.


Todo empezó con una tela. Y después siguió con un libro. Balbuena lo escribió entre 2008 y 2009. Su título, El ñandutí y las matemáticas, ya habla por sí solo. En él Balbuena desentraña el trasfondo geométrico que hace posible el ñandutí y se pregunta por la relación entre la educación formal y las capacidades que permiten el razonamiento matemático. La gran mayoría de las artesanas guaraníes cuentan con muy poca instrucción académica o directamente carecen de ella. Sin embargo, como escribe Balbuena en la introducción de su libro, hay que empezar a pensar fuera de la caja: “Desgraciadamente, y por razones que no vienen al caso, las matemáticas suelen producir cierto temor y rechazo que acompaña también a todo lo que lleve algún título o subtítulo asociado a esta ciencia. Sin embargo, las artesanas dedicadas a estas labores tienen ideas matemáticas en sus mentes, sólo que desconocen los nombres y la formalización. Mi experiencia en el trato con personas que han elaborado este tipo de materiales me demuestra que las artesanas, cuando les explicaba estos conceptos matemáticos de los que posiblemente oían hablar por primera vez, los entendían perfectamente ya que las ideas las tenían muy claras. Ha sido una de las grandes lecciones que he aprendido”.



¿Y cómo se relaciona esto con el ñandutí? ¿Cómo llegó hasta él?
R: La primera vez que vine a Paraguay, hace algunos años, me compré un libro de una mujer que se llama Josefina Pla, quien escribió un libro sobre artesanías paraguayas.* Uno de sus capítulos está dedicado al ñandutí. En ese libro se cuenta la leyenda detrás del ñandutí. Un joven enamorado quiere hacerle un regalo a su novia y ve una tela de araña. Eso es lo que quiere decir ñandutí en guaraní: “tela de araña”. La cuestión es que el muchacho ve la tela, que está empapada en rocío y el sol la hace ver como si estuviera hecha de vidrio. El joven, naturalmente, se acerca e intenta tocarla, pero la tela se deshace. Ésa es la leyenda que se cuenta en Paraguay, pero Pla dice que en realidad el ñandutí proviene del encaje de Tenerife. No bien leí eso, se me pusieron los pelos de punta. El contacto con mi tierra me estimuló no sólo a hacer un estudio matemático, sino a ir un poco más allá. Entonces compré toda una serie de ejemplares para llevármelos a casa y mostrárselos a una caladora que yo conocía y admiro mucho, una mujer muy cualificada a pesar de que no cuenta con una formación académica demasiado extensa. Sin embargo, cuando le mostré los ñandutíes y le leí el comentario de Pla, ella me dijo que no con la cabeza. Según la caladora, el antecedente del ñandutí no era el encaje de Tenerife, sino la roseta de Villaflor, un pueblito de montaña que queda isla adentro. Me mostró fotografías y resultó que tenía razón: la roseta y el ñandutí son muy parecidos.


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