De lo alto de un techo
hasta la profundidad
de mis brazos
Viajaste sonriente
como una Princesa Encantada.
De la larga noche de
mi corazón dormido
Hasta el Fuego de
tus ojos salvajes
Viajé emocionado
como un Conquistador
en Tierras nuevas.
(Este es el primer poema que le escribí a Magdalena)
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